Nomenclaturas erróneas se mezclaban y se bañaban en lo que parecía ser un puré de papas o un mamut mal depilado. Y vos te quedabas ahí, como si nada pasara, pintando las cinco sillas de un color muy parecido el de un expediente secreto triple equis.
Y cantabas una canción, muy aburrida, que hablaba de las libres palomas de una plaza perdida en el medio de la más absoluta nada absoluta.
“Pasan los días,
Pasan las horas,
Pasan los trenes,
Dubi flufi ja fa”.
La próxima vez que te olvides la letra, me asegurare de tener una motosierra a mano.
Y cantabas una canción, muy aburrida, que hablaba de las libres palomas de una plaza perdida en el medio de la más absoluta nada absoluta.
“Pasan los días,
Pasan las horas,
Pasan los trenes,
Dubi flufi ja fa”.
La próxima vez que te olvides la letra, me asegurare de tener una motosierra a mano.
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